Vampiros urbanos
El vampiro urbano necesita crear esta empatía para lograr sus objetivos. Y en el proceso ha perdido su propia identidad.
A diferencia de los vampiros medievales, los vampiros urbanos pueden salir durante el día y exponerse al sol sin ningún problema, y tampoco temen a los crucifijos.
Visten ropas modernas, coloridas. Nada de capas, ni uñas largas a modo de garras. En lugar de volar, manejan automóviles y duermen en cómodas camas, en lugar de ataúdes.
No habitan lúgubres castillos, ni viven miles de años. Cualquiera puede tener uno que otro de vecino, pues se mezclan con facilidad en la multitud y no son perceptibles a simple vista.
Se trata de individuos con una increíble capacidad de ubicar personas que sirven convenientemente para el logro de sus objetivos. Pero lo hacen de manera tan sutil, que la presa tarda mucho tiempo en descubrir la estrategia de su depredador.
El modo en que estos vampiros urbanos encuentran afinidad con los objetos de su interés, y el modo en que se transforman ante de los ojos impávidos de aquellos que ya los tienen identificados, sorprendería al científico mas experimentado.
Cambios de acento. Frases adoptadas. Nuevos comportamientos de consumo y preferencias. La clonación emocional y de comportamiento mas descarados.
Es que, claro esta, el vampiro urbano necesita crear esta empatía para lograr sus objetivos. Y en el proceso ha perdido su propia identidad. Todo, excepto su fijación en tratar de sacar provecho de todo aquel que pueda.
En cuestión de horas se establece una relación estrecha en la que el cazador pretende ser el cazado y se somete a todas las solicitudes de la real victima, complaciéndole en cada pedido y haciéndose presuntamente imprescindible.
Luego, cuando esos favores comienzan a pasar factura y se van acumulando, es que poco a poco la víctima se va dando cuenta, y al reaccionar, todo termina con una relación desecha y un atacante buscando su nueva presa.
Quienes han conocido a un vampiro urbano por años, han podido observar como éste va saltando de relación en relación, sin consolidar ninguna. Muchas veces la ruptura es violenta y deja a la víctima desecha. Otras lo agarra por sorpresa, porque ya no resulta importante. Ya no es útil.
Por todos esto, no es sorpresa que este depredador esté solo, que no tenga relaciones sólidas y que no haya logrado un éxito real en ninguno de los ámbitos de su vida.
Probablemente sus relaciones familiares serán nulas o tortuosas. No conservará amistades de la niñez. Y en su haber, difícilmente pueda contar con amigos reales y fieles, pues sólo los buscan cuando los necesitan.
Es proclive a que su desarrollo profesional e intelectual esté frenado o limitado, por todos los tropiezos que ha tenido a lo largo de su vida laboral. Pero el vampiro no se da cuenta de esto. Entiende que lo sabe todo o casi todo.
Y ni mencionar el tener una relación sentimental estable. Nadie aguanta tener a un vampiro urbano como pareja.
Son personas que roban tu energía, que no aportan nada positivo a tu vida, pero que de algún modo, siempre se las ingenian para que las buenas personas que encuentra en su entorno, una y otra vez les sirvan de apoyo.
Cuando se detecta un vampiro urbano la recomendación es alejarse de él, cortar todas las amarras. Pero en caso de decidir tener al enemigo cerca, hay que dosificar el contacto y estar siempre preparado para la enbestida de este chupa sangre profesional.
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