Sanar
A lo largo del camino, no importa cuanto nos cuidemos, todos sufrimos una que otra herida.
Son marcas de los triunfos que han sido logrados a sangre y sudor. Marcas de las luchas libradas.
Normalmente las heridas emocionales son las que nos marcan más. Aquellos tropiezos que nos hacen más sabios con el tiempo y nos enseñan lecciones que luego aplicamos en diferentes facetas de nuestras vidas.
Las perdidas de seres queridos muertos y en vida, suelen conllevar un luto doloroso.
El proceso de recuperación puede ser como una montaña rusa, con altas y bajas. Momentos en los que pensamos que ya todo fue superado, y otros en los que sentimos que la curación esta lejos de llegar.
Rodearse de seres queridos, y apelar a nuestra fuerza interior puede ayudarnos a sanar. Pero dicen por ahí que el tiempo es la mejor medicina.
Pienso que en el fondo no es que te deja de doler de por si, si no que, puedes poner distancia entre el sentimiento y el momento.
De todos modos, para sanar a veces es necesario llorar para sacar todo lo que se lleva dentro. Reflexionar para sacar la enseñanza de la situación es importante para evitar cometer los mismos errores de nuevo.
Pero es vital reconocer cuando el luto ha sido muy prolongado y buscar ayuda de ser necesario. Porque si bien es cierto que errar es de humanos y que las heridas llevan su proceso de curación. También es cierto que todo tiene su tiempo, incluso sanar.
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