Resucitar

By Published On: 30 de junio de 2013Categories: Personal

Resucitar: Volver la vida a un muerto. Restablecer, renovar; dar nuevo ser o ímpetu a alguien o algo. Fuente: Diccionario RAE.

Confieso que he pasado por situaciones en las que he sentido que  muero. De las que pensé que nunca saldría con vida. Nisiquiera estoy segura de como sobrepasé algunas de ellas.

Probablemente, tú también, en algún momento,  has afrontado situaciones que te han movido el piso y te han hecho tambalear. Ocasiones en las que tus decisiones tendrán efecto a largo plazo en tu vida o en la de alguien más.


En los que sientes como si agonizaras  y no logras vislumbrar más allá de tu dolor. Todo parece turbio y oscuro.

Se dice que todas las personas o situaciones que llegan a tu vida te enseñan algo. Y que esas que te hacen sufrir dejan las mayores y mejores lecciones.

A veces es difícil entender esto, y la enseñanza  tarda en desvelarse. Particularmente, cuando el resultado no va acorde a las expectativas creadas.

Pero la buena noticia es que los retos te impulsan a cambiar, de lo contrario, no es posible aprender realmente. Pues, la vida es tan sabia que cuando pasas por algo sin aprender de ello,  la prueba se repite.

Dice un viejo adagio que: «Cuando tu cambias, todo cambia.».  Y esto me parece acertado. Porque cuando cambias el enfoque, el punto de vista, las cosas que estaban ahí, justo en frente de tus narices, de repente se hacen visibles.

Esto implica negarte a ti mismo muchas veces. Y cambiar el disco duro. En sí, el proceso de aprendizaje resulta doloroso, pues conlleva renovación, un cambio  de piel.

Imagínate que literalmente arranques tu piel y que tu cuerpo quede expuesto, tus órganos desprotegidos. Y en ese estado, en el que estás vulnerable, debes ir haciendo los ajustes necesarios para adaptarte. Y esperar el tiempo que conlleva que, este maravilloso tejido que cubre todo el exterior de tu cuerpo, se regenere nuevamente. 

Es de sabios reinventarse, reposicionarse, renovarse. La vida no es estática. Y si bien creo que debe uno apegarse a sus valores y ser fiel a sí mismo. No es menos cierto que  en este mundo cambiante, lo que resultó ayer, no necesariamente resulte mañana.

Así que, en mi proceso de renovación, de resucitación,  he apelado a salir de mi zona de confort y hacer cosas que antes no me atrevía. Me estoy retando a mí misma y haciendo cambios en todos los ámbitos de mi vida.

Y por fin siento como si estuviera viviendo una gran aventura que me esta llevando a lograr mis sueños. Una aventura en la que el próximo paso nunca es del todo certero. Y eso me gusta.

Por fin me doy cuenta que todo va encajando perfectamente. Incluso esas cosa que en algún momento me causaron dolor. Que todo ha obrado para mejor y que estoy disfrutando de una plenitud personal como nunca antes.

Que en mi proceso de transformación (que es constante, pues nunca termina), he tenido que enfrentar cosas que había aplazado por mucho tiempo, y esto me ha obligado a dejar atrás falsas creencias que había adoptado.

He cortado mis amarras y me he embarcado en un excitante viaje, cuya única carta de navegación es mi lista de sueños. Y estoy tan esperanzada, agradecida, bendecida y feliz a un punto,  que mis palabras no alcanzan a explicarlo en su justa dimensión.

El ave fénix resurge de sus cenizas. Esta es una bella metáfora para reafirmar el hecho de que de las situaciones que creemos que son más catastróficas, muchas veces surgen las mejores oportunidades.

Que es posible renacer, resucitar, renovarse. Y que, por lo general, el resultado de estos procesos es maravilloso porque se apega al plan de Dios, que siempre es mejor que el nuestro.

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