Recobré mi identidad
¡Soy yo! Me miré al espejo y me reconocí. Por fin, después de tanto tiempo era yo de nuevo. Recobré mi identidad.
Me pegó de repente la sensación de bienestar. Fue la quietud. Ese momento al final del día cuando terminas la jornada y haces una revisión mental de todo lo transcurrido.
Hubo muchas ocasiones en las que ese momento significó un vacío, miedo de llegar a una casa completamente sola. Y tener que enfrentar mis demonios.
Pero esta vez, fue como si de repente hubiera culminado un proceso que llevaba tiempo concretándose.
¡Soy yo, de nuevo! Me saludé, con alegría. Me regocijé de haberme encontrado de nuevo. ¡Que sensación tan plena de ingenua de felicidad! ¡Recobré mi identidad!
En este momento llegaron a mí las respuestas a muchas de mis interrogantes. Muchas de las cuales tenía tiempo trabando de responder. Así de repente me fueron desveladas.
Todos esos momentos de crisis personal, no hicieron más que fortalecerme. Empujarme a un proceso de introspección y trabajo interno para remover todo lo que era necesario y sacarme de mi zona de confort.
Lo sucedido me impulsó a explorar facetas de mi vida que habían quedado dormidas. A trabajar más duro. A reinventarme.
Estoy en el proceso de evolución. Aprendiendo, descubriendo, explotando mi potencial y luchando por sueños que había dejado de lado.
Me gusta todo esto que esta pasando. Lo estoy disfrutando. Estoy expandiéndome. Y estoy feliz.
La próxima semana inicia una nueva etapa de un proceso que se puso en marcha ya hace unos meses. Algo para lo que he trabajado duro y que es parte de mi proceso de renovación, de crecimiento.
Ya te contaré todos los detalles y así serás testigo de cómo he recobrado mi verdadera identidad.
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