Para diamante
A veces siento que estoy participando en un concurso para el que no me inscribí. Algo así como, el reality show de la mujer maravilla versión post-moderna.
A mi edad, una tiende a dar por sentado que muchas cosas estarán acordes a las expectativas creadas, sin tomar en cuenta que cuando el hombre hace planes Dios se ríe. Pues la vida es tan buena maestra que cuando no aprendes una lección te la repite.
Todo el que me conoce sabe que me considero una mujer afortunada y doy gracias por eso cada día. Pero a veces cuando las cosas no van como deseo, y oso expresarlo, recibo respuestas tales como: “es que esto tenia que pasar para que aprendieras a apreciar las cosas” o “perdiste aquello porque te mereces algo mejor”.
Y juro que han habido momentos en los que he querido merecer menos o graduarme de una vez por todas y dejar de aprender. Y en esos momentos de rebeldía, pregunto si es que me están preparando para diamante.
Amo los diamantes y dicen por ahí que son los mejores amigos de las mujeres. Pero algunos ignoran que esa valiosa y apreciada gema se forma en condiciones de presión y temperatura extremas a profundidades de 140 a 190 kilómetros en el manto terrestre.
Además, que los minerales que contienen carbono proveen la fuente de carbono, y el crecimiento de los diamantes tiene lugar en períodos de 1 a 3,3 mil millones de años, lo que corresponde a, aproximadamente, el 25% a 75% de la edad de la Tierra.
Pero además de esto, son llevados cerca a la superficie de la Tierra a través de erupciones volcánicas profundas por un magma, que se enfría en rocas ígneas.
Es decir, que para convertirse en algo tan bello y apreciado, y el segundo elemento de mayor dureza conocido en la naturaleza, el carbono y sus derivados tienen que pasar por un tortuoso y largo proceso.
Por ende, muchas veces siento, que las lecciones de vida, esas que te marcan y te dejan un gran aprendizaje, resultan dolorosas porque nos someten a presión y temperatura extrema.
Mientras estamos pasando por ciertos procesos, no lo entendemos. Y a veces desesperamos porque no vemos la lección o la oportunidad encerrada en estas situaciones.
Pero poco a poco, unas veces más temprano que tarde, el secreto se va develando ante nuestros ojos y nos damos cuenta de lo afortunados que hemos sido y la recompensa lograda.
Así que les insto a agarrarse fuertemente de Dios, conservar la fe y pensar que esto tambien pasara.
Y en lo adelante, yo he elegido pensar que simplemente la vida me esta preparando para diamante.
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