Mudanza y Acarreo
Al escuchar este título, mis contemporáneos lo asociarán con el famoso disco de Juan Luis Guerra y 440, el cual gozó de gran popularidad en nuestro país.
Sabiamente, el Maestro hizo alusión a nombre que usualmente se le daba a los servicios rústicos de transporte que se usaban principalmente en los barrios, para realizar mudanzas.
Se dice a modo popular que el pobre no tiene derrotero, que es medio gitano, pues tiene que mudarse una y otra vez, y no siempre por designio propio.
Cuando la misera arrecia y luego de varios meses sin pagar la renta, hay que recoger los trastos y buscar un nuevo destino.
En los barrios pobres las mudanzas suelen hacerse de noche, cuando la luz es más tenue y escasa. De ese modo, los colchones rotos y manchados y los cachivaches maltratados son menos visibles.
Para la gente humilde, cada mudanza es el equivalente a exponer sus vergüenzas a la luz pública. Es iniciar de nuevo su viaje itinerante.
Por lo regular, se procura buscar alojamiento en el mismo barrio, la zona conocida, donde están los vecinos que pueden pasar un plato de comida cuando no se ha logrado conseguir el diario.
Pero cuando no se puede, a la deriva de nuevo, cual pirata o bucanero, surcando nuevos mares, aventuras, y a conocer un nuevo terreno.
Cuando hacemos un cambio de piel, igual hacemos mudanza y acarreo. De viejas costumbres y afectos, apegos y dinámicas interpersonales.
Primero asoma el miedo, a lo desconocido, a soltar lo que creemos seguro, al cambio. Y muchas veces el proceso de desapego puede resultar doloroso.
Algunas «mudanzas» se hacen a opción propias, otras son obligadas. Pero en cada proceso se pierden cosas y se ganan otras.
Soy una firme creyente de que, aunque en un momento determinado podamos no entender por qué, los cambios siempre son buenos. Sobre todo, aquellos que generamos nosotros.
Pues cuando decidimos dejar ir algo o alguien de nuestras vidas, es porque en nuestro fuero interno sabemos que eso o ese/a no es lo mejor para nosotros.
Hacemos mudanza y acarreo de sentimientos, emociones, afectos, recuerdos. Y este proceso puede ir acompañado de lágrimas, momentos de tristezas y desesperanza.
Pero siempre hay luz al final del túnel. Todo pasa. Y las cosas siempre mejoran para aquellos que perseveran y buscan crecer y el aprendizaje de todo lo que acontece en sus vidas.
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