Acerca de las despedidas
Debo admitir que los cierres no son exactamente mi especialidad. Pero es algo de lo que me ido dando cuenta con el paso del tiempo.
La madurez emocional trae consigo un conocimiento de si y un redescubrimiento de las razones de las conductas aprendidas y las reacciones ante ciertos impulsos.
Comenzamos a decir adiós desde que somos seres microscópicos y luego abandonamos el útero materno, para darle la bienvenida a un nuevo mundo, que nunca terminamos de conocer en una sola vida. Sin embargo, para la mayoría, las despedidas conllevan lutos interminables y dolorosos.
Claro esta, depende de la magnitud. No es lo mismo decir adiós a un evento aislado que a una etapa de la vida. Ni decir adiós a un amigo que dejar ir a un ser amado con el corazón en pedazos.
De ahí la importancia de ir cerrando círculos y enterrando difuntos. De lo contrario, cada nueva situación resulta más dolorosa pues reabre antiguas heridas que no curaron por completo.
A mi humilde entender, lo importante es sacar el mejor provecho posible de las relaciones que se van entretejiendo a lo largo de nuestras vidas. Dejar algo positivo en las vidas de las personas con las que interactuamos. Algo tan simple como una sonrisa, una palabra de aliento, pueden hacer una gran diferencia.
Disfrutar cada momento que compartimos con los seres que amamos. Que aunque suena a cliché es una verdad innegable. Porque luego miramos atrás, cerramos nuestros ojos y podemos revivir esas sensaciones que disfrutamos.
Alguien dijo alguna vez, que la vida es tan buena maestra que cuando no aprendemos una lección, nos hace repetirla. Y es por eso que muchos de nosotros nos sorprendemos tropezando con la misma piedra una y otra vez.
En ocasiones, por más que nos preguntemos, no entendemos la enseñanza en el momento. Tiene que pasar tiempo para que al mirar en retrospectiva podamos ver la razón de ser de algunas cosas que nos pasan.
El ver el proceso de vida como un proceso de aprendizaje que no termina jamás puede darnos herramientas para afrontar esto del mejor modo posible. Ya que es una verdad inexorable que debemos aceptar.
A lo largo de la vida, conocemos personas que perduran, otras que solo están ahí por una temporada y otras que pasar imperceptiblemente. Pero, de una manera u otra, todas y cada una de esas personas influyen en el formar al ser humano en que nos convertimos. Puede cada quien, y a su propio paso, vive un proceso de evolución.
Hay despedidas muy dolorosas, como la que me toco vivir cuando mi única hija se fue a estudiar fuera del país. Además del famoso estadio de nido vacio, me toco afrontar el hecho de que, a partir de entonces, solo tendría que lidiar con mi propia vida y mi soledad.
Ha sido una montaña rusa, con sus altas y bajas, que me ha empujado a enfocarme en un nuevo conocimiento de mi misma y en llevar mi propia vida en una nueva dirección. .Pero ha representado una nueva etapa de delicioso redescubrimiento, que apenas inicia.
En ocasiones adiós significa hasta luego. Y el ser que se va esta tan presenta en nuestras vidas, como si lo estuviéramos a nuestro lado todos los días. Porque son parte tan integral de nosotros que simplemente están ahí, aunque no sea físicamente.
El luto que ocasione cada perdida, afrontarlo con la mayor dignidad posible. Pero sobre todo, con humildad. Y con la certeza de que todo, absolutamente todo pasa en nuestras vidas. Y de que siempre, al día siguiente sale el sol.
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