Elegir tus batallas

Kobe es un perro pequeño, pero él no lo sabe.

Ladra como si fuera un pastor alemán o un labrador, cuando en realidad no estoy segura de cuál es su raza. Sucede que es un mestizo que compré en la calle, tal como comenté en la publicación denominada Kobe, que escribí hace ya un tiempo en este blog.

El siempre fue un busca pleitos profesional. Cuando lo sacaba a pasear le ladraba a cuanto perro le pasaba por el frente. Pero con el tiempo he notado que ha empezado a seleccionar sus enemigos.

Por ejemplo, un perro enorme que vive en la casa de la esquina de nuestra cuadra, se vuelve loco cuando siente el olor de Kobe. Desde que salimos, comienza a ladrar sin parar. Pero Kobe no le ladra como solía hacerlo.

Sin embargo,  enloquece con Sebastián, un gran terrier de color gris que vive al otro extremo.

Es un patrón que he notado. Kobe le ladrra a algunos perros, a otros no. Es como si hubiera aprendido a elegir sus batallas.

Fue como una luz que me llegó de repente el otro día. Si Kobe sabe elegir cuales batallas pelear y cuáles no, yo debería saberlo con mucha más razón. ¡Por Dios, él es solo una mascota!

  Elegir tus batallas es enfocarte en aquellas cosas que son realmente importantes y determinar cuánto esfuerzo poner en ellas. Es seleccionar por cuáles realmente la pena luchar. Eso ahorra mucho tiempo y mucha energía.

Dicen que de todo el mundo se puede aprender. Kobe ha sido un gran maestro para mí. Me ha enseñado muchas cosas.

Pero me parece que ésta ha sido una de las mejores lecciones que me ha dejado: Aprender a elegir mis batallas.