El sentido común, el menos sentido común de los sentidos
El sentido común suele ser el menos común de los sentidos. Lo vemos diariamente a nuestro alrededor. Crónica de una muerte anunciada ante relaciones que no tenían esperanzas de prosperar, gente que ingenuamente confió en quien todos sospechaban era un estafador, quienes se van de bruces.
Ante grandes y pequeñas situaciones, no siempre los seres humanos apelamos al sentido común.
Errar es de humanos y definitivamente creo que en las segundas oportunidades. Los sentimientos y el raciocinio, son elementos que, para bien o para mal, nos han puesto en la cima de la especie animal.
Pero, yo me pregunto, qué será lo que nos lleva a intentar arreglar aquello que en el fondo sabemos que no tiene componenda. Qué nos impulsa a tratar de curar al enfermo que niega estarlo.
Las mujeres somos especialistas en esto. Nos encanta hacer de rescatistas de hombres desvalidos, resquebrajados e incompletos. Y con arrojo novelesco nos lanzamos en cruzada a dar todo nuestro amor y desvelos, confiadas en que los cuentos de hadas que nos contaron desde pequeñas funcionan, y al final el sapo se convertirá en príncipe.
Yo, en lo personal, estoy cansada de besar sapos. Y aunque entre un batracio y otro me he divertido bastante, he de confesar que también he salido herida. Y que el proceso de recuperación no siempre ha dejado un saldo positivo.
Pero estóicamente vuelvo y me levanto, pongo mi corazón en forma y salgo al ruedo de nuevo, a la búsqueda del gran amor que aun espero.
Todo lo pasado me ha preparado para afinar mis sentidos y tener ojo avizor. Pero no pierdo las esperanzas. Se que hay alguien maravilloso para mi por ahí. Y yo tengo la mente y el corazón abiertos para recibirlo. Espero que para la próxima, además de mis sentimientos, emplee mi cerebro, y por ende, el sentido común.
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