FALLAR PARA TRIUNFAR
Nada extraordinario se ha logrado sin haber errado antes. Sin embargo, la sociedad te condiciona a latigarte muy duramente cuando fallas.
Si tu relación con el fracaso te impulsa a huir de él y a evitarlo a toda costa. Si te juzgas muy duramente a ti mismo y a otros cuando sientes que han fallado. Si eres de los que prefieres postergar más allá de lo imaginable, llevar a cabo un proyecto o una idea por temor a que la misma no prospere, permíteme decirte que probablemente no te estás arriesgando lo suficiente.
Y es que, al no atreverte por temor a fallar, estás perdiéndote grandes posibilidades de triunfo, y de las enseñanzas que conlleva cada intento fallido.
Al mantenerte en lo que entiendes es tu zona segura, limitas tu crecimiento, tu rango de acción y todas tus posibilidades de alcanzar la grandeza.
El que no falla o yerra poco, es porque no ha intentado mucho. Sin embargo, aquellos que han fracasado estruendosamente fueron tras grandes cosas, y eso tiene su mérito.
A mi humilde entender, deberíamos ser incentivados a tener menos miedo al fracaso. Y de seguro el número de aciertos aumentaría significativamente.
Yo agradezco cada fracaso, cada tropezón, cada lágrima, cada puerta cerrada, cada NO (sí, en mayúscula), cada desdén, cada vez que no di con la solución a la primera.
Porque todo eso me ha permitido crecer, ser más compasiva, mejor ser humano, desempolvar talentos que nunca había usado, ser más creativa, más fuerte, más aterrizada y mejor ser humano.
Así que te sugiero que actúes a pesar del miedo y vayas tras esos sueños que alberga tu corazón. Y que comiences a brillar, dejando el temor al fracaso de lado.
Actúa desde la convicción de que debes fallar para triunfar. Cambia tu relación con el fracaso, tu percepción hacia el mismo, como una oportunidad de saber una forma más de cómo no hacerlo, que te pone un paso más cerca de eso que te propones alcanzar.
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